Cansada de estudiar, empecé a echar a volar mi imaginación y a verme a mí misma practicando cientos de posturas sexuales diferentes entre los libros que me rodeaban. Estaba en plena semana de exámenes, pero no podía concentrarme más y necesitaba recurrir a una válvula de escape para relajar mi cuerpo y mi mente. Encima, llevaba varios días sin practicar sexo, y las ganas de follar apretaban más que nunca. De modo que dejé mis apuntes a un lado y busqué un poco de intimidad entre las estanterías de la biblioteca. Quería regalarme una alegría para el cuerpo de manera inmediata, y no tenía mucho tiempo para esconderme.
De repente entré en un pasillo que estaba totalmente desierto. No había ni un alma en él, así que me senté en el suelo, me recosté hacia atrás, me abrí de piernas y empecé a tocar mis partes íntimas sin ningún tipo de pudor. Todo mi cuerpo se estremeció en cuanto introduje uno de mis dedos dentro de mi coñito, que estaba totalmente lubricado y caliente a más no poder. Podía sentir el ardor dentro de mí, que se traspasaba a mis dedos y me sumía en un estado de placer absoluto. Cerré los ojos para ayudarme a imaginarme a mí misma participando en una orgía de sexo sin igual. Cientos de hombres y de mujeres retozábamos juntos proporcionándonos placer a raudales. Sin duda, no necesitaba nada más para conseguir elevar mi cuerpo hasta cotas de placer nunca antes experimentadas.
Quizá era el morbo que me daba sentirme vulnerable, ya que me podían pillar en cualquier momento ahí en medio, dándole que te pego al asunto. Si me descubrían, probablemente me echarían del centro, pero aquello no me preocupaba en absoluto. Lo único que me importaba era obtener placer a raudales y descargar las tensiones acumuladas durante todo este periodo tan estresante. Aunque he de admitir que masturbarme en un lugar público le daba al asunto un toque extra de excitación y morbo que nunca antes había experimentado en cualquier otro sitio. Como os decía, quizá fue ese el motivo por el que aquel dedo que me estaba haciendo estaba siendo uno de los mejores de toda mi vida. Mi respiración se estremecía cada vez que introducía mis dedos dentro de mí. Teniendo en cuenta que había pasado de meterme uno solo a meterme tres a la vez, podéis imaginaros la cantidad de placer corporal que estaba sintiendo en aquel momento.
Tuve que controlar mis gemidos, ya que estaba tan descontrolada que estaba haciendo más ruido de lo normal. No quería que me pillaran al final de mi jugueteo sexual, así que contuve la respiración hasta que exploté en un orgasmo de órdago que me transportó a otra dimensión. La piel se me erizó, mi vagina se contrajo y mis pezones se endurecieron debido a la oleada de placer que estaba experimentando en aquellos segundos mágicos. Todo el calentón que llevaba acumulado explotó de aquel modo, sumiéndome en un estado de éxtasis absoluto. ¡Desde luego, así sí que daba gusto acudir a la biblioteca!
Que rico tener sexo
Me gusta
chidos videos