Después de descansar unos minutos tras la escena de sexo que acabábamos de protagonizar, nos animamos a repetir y echar un segundo polvo con el que disfrutáramos tanto o más que con el anterior. La acción había sido frenética durante la última hora, pero ahora que ya habíamos recobrado el aliento nos encontrábamos totalmente listos para empezar de nuevo a darle duro al asunto. Entre varias caricias y tonteos nos volvimos a poner a tono para el sexo más inmediato. Solamente tú y yo marcaríamos el ritmo que íbamos a seguir durante los próximos minutos, así que no teníamos ninguna prisa en empezar, y mucho menos en terminar.
Como ya estábamos desnudos, sólo con ver nuestros cuerpos al natural empezamos a ponernos cachondos poco a poco. Tu polla crecía cada vez que acariciabas mis suaves y turgentes tetas, y yo me moría de ganas de que me penetraras de nuevo salvajemente por detrás. Siempre has sabido agarrarme bien fuerte y empotrarme como ningún otro lo había hecho jamás. Además, sabía que aquella era tu postura sexual favorita, así que sospechaba que no te importaría repetirla conmigo de nuevo, dos veces en un mismo día. Tú, todo un semental dispuesto a clavármela a la primera de cambio, y yo, una zorrita insaciable que quería ser follada a todas horas, formábamos una pareja sexual de primer nivel.
Me puse a cuatro patas y te puse el culo en pompa para que me follaras por el agujero que más quisieras. Estaba dispuesta a entregarme a ti por completo y me daba igual si me penetrabas vaginal o analmente. Lo único que quería era sentir tu polla grande y dura dentro de mi cuerpo caliente de deseo. Finalmente decidiste metérmela en mi suave y húmedo chochito, y yo entrecerré los ojos al sentir el placer que me provocaste mientras me sodomizabas por detrás. Cada vez que me follabas, mis tetas rebotaban como si fueran gelatina. Vibraban al ritmo de tus embestidas, de modo que me las agarraste fuerte con tus manos mientras me cubrías por completo con tu cuerpo desnudo. No podía haber nada mejor en este mundo que aquel polvo que estábamos echando en estos momentos llenos de pasión y vicio absolutos.
Te agarrabas a mi cinturita de avispa para encularme bien y metérmela hasta el fondo del coño. Yo no podía parar de lanzar gritos y gemidos por el enorme placer que me provocabas. Entonces, sin previo aviso y para hacer de aquel momento algo aún más excitante, me agarraste bien fuerte del pelo y tirabas de mí cada vez que me follabas por detrás. Era como si tú tuvieras el control total de la situación y de mi misma, estirando de mi pelo y de todo mi cuerpo cada vez que querías metérmela hasta el final. Aquel gesto me puso aún más cachonda, y no pude frenar aquel orgasmo que me sobrevino e inundó de placer todo mi cuerpo. Mi vagina se contrajo, mi piel se estremeció y mi respiración se aceleró al mismo tiempo que eyaculabas dentro de mi coñito, dejándomelo totalmente cubierto por tu semen caliente. Desde luego, no había duda de que aquel segundo polvo había no igualado, sino superado al primero de todos. ¿Intentaríamos batir nuestro propio record con un tercero?
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