Había decidido preparar una velada romántica para disfrutarla junto a mi chico. Por eso, quería sorprenderle aquella noche con una sesión de sexo intenso y romántico. Porque es cierto que yo soy muy detallista con nuestra relación, pero sé que él también valora este tipo de detalles, quería dedicarnos una noche para nosotros dos solos. Estaba deseando ver la cara que pondría cuando llegara a casa del trabajo y descubriera la sorpresa. Seguro que acabaríamos retozando por el suelo, agarrados el uno al otro y disfrutando del sexo en toda su plenitud.
Como aún disponía de una hora hasta que mi novio llegara a casa, bajé a la floristería y compré varias rosas. También me acerqué al sex shop y me hice con un buen lubricante de efecto calor y un anillo vibrador para el pene. Quería probar cosas nuevas en la cama y aquella noche era el momento ideal para ponerlas en práctica. Una vez en casa, esparcí varios pétalos de rosa sobre nuestra cama, dejé el lubricante y el anillo vibrador sobre la mesita de noche y me arreglé para que cuando él llegara, me viera atractiva y sexy.
Decidí ponerme un picardías que guardaba en el fondo del armario. Una vez puesto, contemplé cómo me quedaba frente al espejo, y la verdad es que me sentaba de maravilla. El esfuerzo físico que llevaba realizando varios meses estaba dando resultado, y mi cuerpo lucía totalmente definido y terso. Además, con aquel sujetador mis pechos parecían aún más grandes de lo que eran, y quedaban realzados en su justa medida. Desde luego, cuando mi novio cruzara la puerta no tendría otro remedio que cogerme en brazos y follarme hasta el amanecer.
Pues dicho y hecho. Nada más llegar a casa y verme de esa guisa, él me cogió de la cintura hasta levantarme, me llevó directa hasta el dormitorio y me tendió sobre la cama. Cuando vio los pétalos de rosa esparcidos sobre la cama, mostró una sonrisa en su rostro y empezó a desnudarse de forma acelerada. Yo le calmé de inmediato, ya que no quería un polvo de aquí te pillo, aquí te mato. Empecé a desnudarle lentamente, acariciando con mis dedos y mis labios cada centímetro de su cuerpo. Cuando él estuvo desnudo por completo, le dejé que me quitara la ropa muy lentamente. Al mismo tiempo, cogí el anillo vibrador, y tras una breve explicación, se lo puse en la base de su polla dura. La cara de satisfacción que puso él fue indescriptible, y eso que aún no habíamos encendido el juguetito sexual. He de reconocer que yo estaba tan excitada como él, ya que en teoría ambos experimentaríamos un placer aumentado por aquel cacharro mágico. No sólo le excitaría el pene a él, sino que con cada penetración, la vibración alcanzaría a mi coñito y recibiríamos la misma estimulación al mismo tiempo.
Nos miramos a los ojos, uno en frente del otro, y sin mediar palabra supimos que era el momento de empezar a probar aquella nueva modalidad de sexo. Así que nos tumbamos sobre la cama y nos preparamos para la penetración más salvaje e intensa que nunca antes hubiéramos experimentado jamás.
CONTINUARÁ…